29 de abril de 2011

Unwritten

Miré el papel, todo estaba completamente escrito, no había un hueco donde poder aposentar ni una sola palabra más. Ahí estaba todo, una vida pasada completa, los sueños del presente y los deseos del futuro.
Pero no me llegaba, no era lo que necesitaba, nunca era suficiente. Siempre esa dichosa obsesión por exigirme más de lo que puedo alcanzar.  Quería que todo fuese perfecto, y cuidar de hasta el más mínimo detalle, para que no se desviara.
Por eso, el día que quise añadir una palabra más a mi pequeña hoja de papel, las palabras se desbordaron, y toda la habitación quedó llena de trozos de mi vida, desordenados y esparcidos. La hoja quedó en blanco, vacía. Y fue sólo entonces cuando la vi perfecta.

6 comentarios:

  1. Pero pero pero perooo...!
    NO SE PUEDE ESCRIBIR TAN BIEN, NO SE PUEEEDEE!
    Alaaa, en serio, me encanta, te sigo.
    Un beso de esquimal <3

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  2. Muchas gracias =) Además tú colaboraste con la foto ^_^ gracias =)
    Yo también te sigo a ti =)
    Besos.

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  3. Oh...que triste y que bonito.

    Ahora toca ordenar las palabras o volver a escribirla :)

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  4. Maravillosa entrada.
    A veces los pequeños errores nos llevan a cosas hermosas o necesarias, o simplemente a un nuevo comienzo... como evidentemente lo es una hoja blanca, que invita a escribir todo nuevamente, largo y tendido. Dejando y poco a poco olvidando los errores del pasado, ya extendidos por toda la habitación.
    Un abrazo.

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  5. Muchas gracias *_*
    Precisamente eso era lo que quería mostrar ^_^
    Un abrazo =)

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  6. Muchos son los casos en que Miguel Ángel después de hacer una escultura acababa destrozándola a martillazos por ser demasiado perfeccionista. La ambición de expresar las ideas con precisión y con los mínimos elementos es lo que caracteriza al buen artista. Un camino duro pero excelso.

    Buen relato.

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